domingo, 3 de abril de 2016

México lindo y querido...

Así es, ese ha sido mi destino las pasadas semanas. Hemos cruzado el charco con motivo de uno de los días más importantes de un gran amigo: su boda.
Han sido días intensos, emotivos, de querer verlo todo, de relax, y sobre todo de querer empaparnos a tope de la gastronomía mexicana, cocina que adoramos.
Os traigo una pequeña muestra de lo que hemos probado, amén de haberme puesto a guacamole hasta las cejas, comida y cena, incluso en el desayuno incluía el aguacate (lo adoro).
Bagel relleno de fiambre, queso y aguacate!

En Ciudad de México, donde fuimos a la boda, nos recomendaron un restaurante llamado Casa Toño donde las raciones son generosas y los precios bajos. Probamos la especialidad de la casa, el pozole, que es un guiso con maíz y verduras al que puedes añadir pollo, cerdo o pedirlo mixto. Muy rico y contundente.

Pozole

También degustamos flautas, quesadillas, cochinita pibil (irresistible)...

Menudo festín!

Regado con una Corona (Light para que no haya tanto remordimiento, jajajajaja).


Eso sí, las salsas con cautela, que hasta la cebolla morada picaba a rabiar!!!! (es lo que tiene no saber que llevaba chile habanero). No pasa nada, se llora un poco, te echas unas risas y a seguir comiendo!

Las tortillas de allá no tiene nada que ver con las que estamos acostumbrados, aquellas tienen un olor a maíz delicioso y del sabor ya qué decir... La textura es...ñam! Si es que no puedo describirlas de otra manera.
Faijtas de res, de puerco, eso sí, cuidado con los chiles salteados, parecen inofensivos pimientos de padrón, pero no, pican a rabiar, y de nuevo lloras y te ríes y... sigues comiendo.
Frijoles, chile con carne, totopos, y no me cansaba oye... Tamales, elotes, esquiles, palabras que antes no me sonaban y ahora forman parte de mi vocabulario. Se me hace la boca agua recordando el taco de camarones al pastor que degustamos en el banquete nupcial, o ese pollo con mole verde que probamos en nuestra semana en Cancún.
Tacos de camarón al pastor

Pero sobre todo me quedo con su gente, la que siempre tiene una sonrisa, una buena palabra, que te enseña su cultura con orgullo y que, aunque no ha olvidado el pasado, es consciente que sin él no sería lo que es ahora, una cultura extraordinaria debida a la mezcla de varias. Lo pasamos padrísimo y quién sabe, puede que volvamos a pisar tierra mexicana.

Un viaje inolvidable, os recomiendo que no os lo perdáis!